Las Ramblas la arteria que alimenta el corazón de Barcelona, un lugar mágico donde cada paso puede ser una sorpresa, donde cada caminante es un actor, de este magnífico escenario que jamás cierra el telón.
Un paseo inigualable de la que a veces los propios vecinos podemos renegar, pero de la q no podemos alejarnos.
Un paseo de extremos, desde la mayor vulgaridad al más alto boato. Del transeúnte más humilde al más adinerado, eso es la rambla la suma de todo y nada, el caminar de muchos arriba y abajo. También con nuestros pesares, no las estatuas que como viejos bufones nos alegran y amenizan el paseo, los trileros, en busca de los incautos, los lateros, los que venden aborrecibles grillos que no nos dejan deleitarnos con este singular pulso de la ciudad, los ladrones que acometen contra propios y adoptados, porque después de todo. ¿Quién no puede considerarse de las ramblas? Al pisar tu pie las ramblas, atrás queda tu nacionalidad, tu origen o pedigrí, eres un ramblero mas. Espectador y actor de este gigantesco espectáculo que son las ramblas del color a las sombras, de la montaña al mar, del cielo al infierno, las ramblas es la vida.
Es la cara de una Barcelona que ha sabido reinventarse y sabe reinventarse a cada momento, en cada tiempo, sin perder de donde viene, a veces sin saber muy bien donde va, pero que sabe pisar fuerte sabe lo más importante de todo camino, que mientras se pisa se vive.
Estas son mis ramblas ¿Cómo son las tuyas?
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